No es tan sencillo -ya lo habrán descubierto los que pregonan sus locuras- como reducirlo a la intención.
La intención no aparece, se construye, y como tal tiene reveses enrevesados.
Los caprichos aparentan más miedo que el miedo a sí mismo, cada uno que sigue por cada cual lleva el bolso más cargado, cargado de deudas y desencuentros con lo que albergaba.
Hay voluntades -y de eso no lo descubrieron todos los que pregonaron locuras- que no superamos, pues nos recuerdas lo que somos, ya veces, a razón del traspié nos recuerdan a donde no vamos.
Se aventurará a la negación que ya espera, pero si la reconoce como necesaria la afrontará -Sí se dieron cuenta por el Siglo XIX-La claridad, es nada, la esenciadelacosa no es nada.
Terminará jugando en la ruleta rusa de la intención, más que en la aceptación cálida de ella, que de todas formas sería más fría que su muerte.
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