Se daba cuenta, el buen Martín, de la expresión desagradable de su boca -le gustaba-, se daba cuenta del verde oscuro de sus ojos que parecían perdidos, pero pensando -pero le gustaba- Esperó y ese fue el problema. Esperó buscando, debió esperar esperando.
El jardín pretendía ser una oficina con café e idiotez dentro, pero lo supieron. La esencia cifraba de dios -con d minúscula- para cuando las llaves siendo otra cosa fueron más concretas que siendo llaves. Abriero la magnitud de un portal.~
Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.
Los artificios y el candor del hombre
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería.
Dar la razón a quién nunca quise darle la razón
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