Llenas de orgullo y ego fueron las palabras alguna vez proclamadas por quien, para los sofistas de Sócrates y los acusadores actuales, es el soberbio fueron dichas y siguen en pie: "El acusado de soberbia no es más que el producto del cabizbajo" y justamente sigue siendo así, sustentado en su esencia inmanente y en como se manifiesta y se ha manifestado. ¡Seguid hablando falsedades sustentadas en creencias, pues así quitan todo lo agudo que puedan ser sus palabras! Comprenderán esos enaltecidos Señores de la Gleba que los ilustrados se acercan cada vez más a la transformación de su calma imperante, comprenderán también que la sabiduría se les disfraza de soberbia frente a sus ojos incapaces de hacer razón a la realidad. Caen y caerán en lo ciego de las burdas críticas que hacen parir dolor a la crítica crítica, que se estremece ante aquellas palabras.
Sigue calma la crítica crítica, pues no se necesita más que unos esbozos de palabras para hacer caer como cual idealista en la lógica del siglo XX, sus palabras banales propias de sus longevas formas de pensar
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