Ver al pueblo encaminado a la Revolución es tan emocionante para un revolucionario como ver a un hijo dando los primeros pasos, y es justamente eso lo que experimenta el revolucionario que construye los procesos revolucionarios junto a su pueblo.
La felicidad individual no importa, las vidas individuales no importan, pues nuestros objetivos individuales cumplen en sí con todos los individuales, porque la felicidad de todo un pueblo es la felicidad que permite la individual.
Cuando un revolucionario se libra de las cadenas del individualismo se puede llamar tal, aun cuando éste no sea un título de honor, sino un oficio del cual estar orgulloso, pues demanda día y noche y la vida completa si fuera necesario
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