Incluso Atlas con su fuerza de titán se hartaba de cargar con el peso del mundo sobre sus hombros.
Obvio se hacía su engaño a Herácles para descansar los hombros que aportillados de la densidad de su condena pudieran descansar. Pareció al final que el paso de Ananké reaparecía, y siendo engañado de nuevo, el mundo sobre sus hombros volvió a descansar.
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